Una reflexión sobre cultura ciudadana
La ciudad tiene las calles estrechas. Fundada en el filo de la montaña, los primeros pobladores se acostumbraron a andar despacio, en orden, casi en fila. Desde un principio ha estado en la orilla del camino de herradura por donde las mulas van o las mulas vienen. No hay otra opción. Si se encuentran dos recuas en contravía, una de las dos tiene que esperar para evitar el despeñadero. Allí nunca se pudo decir que mulas iban y venían. Solo era posible que a un tiempo las mulas fueran o las mulas vinieran.
Pasaron los años y llegaron otras gentes, acostumbradas al espacio abierto. Caminaban en desorden sin tener en cuenta la escasez de espacio. Y los que pensaron la ciudad se vieron obligados a construir de abajo para arriba. Por eso en la villa son pocas las casas de una sola planta. Por eso a sus habitantes les gusta más subir que expandirse. Allí el espacio es largo y alto, como la catedral. Casi no existe la dimensión de amplitud. Por eso piensan más en la salvación del alma que en el amor al prójimo. Tal vez por eso es que dicen que los que nacen en la ciudad son tacaños.
Y hoy la ciudad sigue siendo estrecha. Los canteros nuevos aprendieron a ejercer su arte en la ladera, desafinado el abismo. Eso hace que sea una ciudad distina, rara y, por rara, extrañamente bella. Pero la escasez de espacio persiste y algunos de los pobladores han empezado a aceptar que la ciudad sigue estando en un camino de herradura. Los pocos que lo han entendido no aparcan sus mulas en la vía pública y, mientras sea posible, recorren la calle caminando. Los demás siguen pensando que la Villa es una ciudad cualquiera y no les importa detener el tráfico por comprar papas sin bajarse de la mula; no han entendido que si respetaran el poco espacio disponible tendrían una ciudad única, excepcionalmente bella.
Q:. H:. Luis Alfonso Mejía E.
M:. M:.
Dec:. Ben:. Y Resp:. Log:.
NIEVES DEL RUIZ # 14
Vall:. De Manizales
Logia Nieves del Ruiz Nº 14 