La Alquimia y el Vinagre

En la antigüedad ya se bebía vino. No en copa, claro. Ni se envasaba en botellas de vidrio perfectamente esterilizadas y selladas al vacío con tapones, también estériles, de alcornoque. La misma Biblia nos cuenta que se guardaba en odres de cuero y que era bastante común que se pusiera agrio. En la parábola del evangelio se cuenta que a los invitados a la boda no les gustó que, contra la costumbre, el vino bueno se hubiese servido después del no tan bueno. Hoy sabemos que los vinos se ponen agrios cuando se contaminan con acetobacter aceti, una bacteria que abunda en nuestra atmósfera. El vino agrio no emborracha y, mezclado con agua, solo sirve para calmar la sed. Lo llamaban «posca», y era la bebida con electrolitos de la época. La bebían los soldados romanos para hidratarse durante la batalla. Y, tal vez en un acto de compasión, Uno de los soldados se lo dió a beber al crucificado.
La piedra Bruta y el Espíritu del Vino
Pero el vino bueno tiene alcohol. Y como emborracha, a alguien se le ocurrió decir que tenía un espíritu; y tratando de atrapar ese espíritu, se inventó el alambique que permitió fabricar un licor con mayor concentración de alcohol. Así apareció el primer aguardiente. Mas tarde a algún buscador curioso se le ocurrió que mediante el mismo proceso, tal vez a partir de una materia prima más vulgar, se pudiera fabricar oro. Así surgió el símbolo del lapis philosophorum, piedra de los filósofos o, mas sencillo aún, piedra bruta. Y la piedra bruta es el comienzo de todo en la labor de los masones.
La alquimia parece ser pues una metáfora que surgió de

la destilación del vino. Y en el medioevo se escribieron complicados tratados sobre el proceso que supuestamente llevaría al investigador juicioso a producir oro a partir de una simple piedra. Y unos pocos de los que leyeron esos tratados desembocaron en la química de nuestro tiempo; los demás, enloquecieron. Afortunadamente después de la edad media empezaron a conformarse sistemas simbólicos más fáciles de enetender y más actualizados en el devenir de su propia época. La alquimia de ayer buscaba hacer de algo inútil algo que sí lo fuera. La de hoy busca hacer de un hombre bueno un hombre mejor.
La Alquimia del semen
Y mezclada con las costumbres de los ascetas, la alquimia ha servido para generar la quimera del semen. Hay muchos que se autodenominan iluminados porque no eyaculan y suben el semen al cerebro por la columna vertebral. ¡Pura paja!. Cuando se sale de sus receptáculos naturales, el semen es capaz de producir una epididimitis. Si se subiera al cerebro, produciría una encefalitis. Y en su paso por la médula, una mielitis. Pero ni mielitis ni encefalitis pueden ser la causa de la iluminación. La supuesta transmutación alquímica del semen es, pues, una mentira.
Alquimia para hacer un hombre valioso
La alquimia de nuestro tiempo ya no busca fabricar un metal valioso a partir de un metal vulgar. Ni busca transmutar la energía sexual en energía mental mediante el extraño procedimiento de cambiarle de lugar al semen. La alquimia de hoy busca que un hombre vulgar se convierta en un hombre valioso. Valioso para sí mismo, para la familia y para la sociedad. Eso es lo que nos ofrece la masonería.
Q:.H:. LAM
DEC:. BEN:. Y RESP:. LOG:. NIEVES DEL RUIZ #14
VALL:. DE MANIZALES