La Nueva Esclavitud

Los mismos con las mismas. Los mismos que mandan y los mismos que siguen eligiendo a los que mandan a pesar de sus abusos. Por eso esto nunca cambia. Y, ¿cómo es posible? Por las maquinarias de la politiquería.

¿Cómo funciona  la máquina de la la esclavitud?

Una maquinaria funciona como una red. Como una máquina que esclaviza todo el sistema. Pero ojo. Es una red de esclavitudes. Por eso no hay quien proteste. Por eso es peligroso caer en ellas.

Y la red comienza con un joven querido por la comunidad que, lleno de buenas intenciones, se llena la cabeza de sueños. Y empieza a buscar apoyo. Pero el apoyo sólo lo brindan los partidos políticos que ya han montado maquinaria. Y el apoyo cuesta. Entonces nuestro héroe, convencido de que el cambio sólo se dará a largo plazo, acepta el apoyo y se afilia al partido. Y se convierte en un esclavo raso, que sólo trabaja para acrecentar la red macabra.

Las maquinarias se apoderan de las Instituciones

Y eso no es todo. Cuando una red se monta en la máquina de El Estado, empieza a apoderarse de las instituciones; y las instituciones son empleos, y los empleos son votos multiplicados por tres, por cuatro, por ocho o más, que son el combustible de la maquinaria.

Por eso es que en tiempos de elecciones la calle se llena de sonrisas fingidas de hombres jóvenes y mujeres bonitas en afiches que mencionan el partido y el número con que aparecerán en el tarjetón. Y en algunos casos, por detrás del joven candidato, la imagen del patrón, el dueño de los votos, el amo de la maquinaria, con cara de “yo no fui”.

Una limosnita, por el amor de Dios

Y en tiempo de elecciones los funcionarios de libre nombramiento y remoción tienen que salir a la calle a mendigar “el votico” para que el mundo siga como está, para que no se les vaya a acabar el empleíto. Como si el trabajo fuera una limosna. Y cada uno tiene cuota: papá, mamá, hermanos y, si los tiene, abuelitos. Y bueno, todos tenemos amigos, no? Ahí está el escalón más bajo de la maquinaria, la verdadera fuerza que sostiene la red.

Nunca he visto un candidato que proponga acabar con el sistema perverso de las maquinarias; nunca, uno que presente un proyecto que le dé alguna garantía al esclavo de “libre nombramiento y remoción”, que es el que mantiene  en marcha la maquinaria. Y estoy seguro de que si algún valiente lo presentara tendría que salir del congreso con el rabo entre las piernas. En este sistema perverso está prohibido tocar la reserva de energía que hace funcionar la maquinaria de la corrupción.

 

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Tiempos de Clientelismo

Hay que votar

Es tiempo de elecciones. O en tiempos de clientelismo, que es lo mismo. Como si no fuera igual la cuota de votos que la mordida, aceptamos que los gamonales les pidan a los funcionarios públicos, además de la cuota mensual para el partido, su cuota de votos para elegir al de siempre. Y la rueda sigue rodando para mantener las cosas como están, los mismos con las mismas. Eso es Colombia.

Pero hay que votar. Rojo o azul, verde, amarillo o variopinto, hay que votar. Cada uno según sus intereses. No podría ser de otra forma. Votar es la manifestación más elemental de la democracia, y hace ya casi treinta años que decidimos ser una nación democrática. Bueno, lo decidieron los que en ese momento nos representaban. Eso es la democracia, no?

No somos una nación

Lo que no está muy claro es que seamos una nación. Nadie sabe cuáles son los valores culturales que nos unen. Cuando juega la Selección somos uno, pero si juegan Nacional y el Once somos enemigos. Por eso el fútbol no puede ser lo único que nos una. El fútbol es demasiado trivial para ser el soporte de una nación.

No somos una nación, y eso es lo que aprovecha el clientelismo. Votamos siguiendo nuestros propios intereses, y siguiendo sus propios intereses los clientelistas nos dicen que votemos por ellos. No tenemos intereses comunes. Por eso no somos nación.

Los ideales también hacen nación

Pero podemos empezar a serlo. Todo en la vida tiene un principio. Y el primer paso está en las propuestas que hacen los políticos, clientelistas o no, para que votemos por ellos. Ellos sueñan con gobernar, y soñando nos meten sus mentiras. Y así gobiernan. Como los ideales son sueños, esas mentiras que creemos pueden empezar a ser el ideal. Y cada político, clientelista o no, inventaría la suya. Y votaríamos por ellos a sabiendas de que lo que prometen es mentira; después de todo, así ha sido siempre en la historia de Colombia. De esta forma el ideal general sería la resultante de las mentiras por las que voten la mayoría de los colombianos.

Controlar el clientelismo

Y hay un segundo paso que por pereza los colombianos no hemos decidido dar: hacerle seguimiento a cada promesa. Si los electores de cada candidato le hicieran control anual a la mentira por la que votan, podrían al final entender que la promesa no era más que un engaño para persuadir incautos. Y cada clientelista empezaría a ser controlado por sus electores de principio a fin.

Y un tercero, que consiste en desechar al clientelista que incumple. Si controláramos podríamos señalar, podríamos protestar, podríamos acusar. Y basándonos en el control a la mentira por la que hubiéramos votado, en las elecciones siguientes podríamos decirle al funcionario público de la familia por qué no le vamos a regalar el voto.

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Triple Abrazo Fraternal

Colombia como Nación

En la GLODC hay síntomas de xenofobia. No es que rechacemos a los de otra parte porque nos parezcan indeseables. No es que los marginemos porque se vistan distinto o porque se peinen de otra forma. Cuando nos reunimos todos vestimos, o traje oscuro con saco y corbata, o guayabera blanca de manga larga; pero en Colombia existen muchas naciones, y ni los masones ni los colombianos hemos sido capaces de eliminar esas barreras. Por eso es que, como Nación, estamos jodidos.

Mi Logia Madre

Cuando entré a la Logia todo marchó bien. Eran de mi ciudad, todos conocidos, sabía dónde vivían, me sentía como en casa. Digamos que todos tenían las mismas costumbres mías. Y al mes siguiente viajé a Pereira, a presenciar una iniciación con varios de los maestros, a solo cincuenta kilómetros de mi ciudad. Al saludar no hubo problema. Abrazos aquí, abrazos allá. Pero me llamó la atención que no fueran abrazos dobles ni abrazos cuádruples, como los que recibí del Venerable cuando me enseñó la Palabra Sagrada. Ni triples, como los que nos damos en las comunicaciones escritas. Y cuando acabé de saludar me encontré solo, en medio de extraños, buscando como niño desamparado a los de mi Logia. Y en la masticación terminamos los manizaleños sentados con manizaleños y los pereiranos sentados con pereiranos.

Nuestras Costumbres

Cuando fui a Cartago, la misma cosa; y cuando estuve en un cumpleaños de la Institución en Cali, fue más evidente: caleños con caleños, cartagüeños con cartagüeños, Pereiranos con Pereiranos y manizaleños con manizaleños; caleños bailando salsa, cartagüeños y pereiranos tratando de hacerlo y manizaleños sentados, tomando whisky, con manizaleños. Se veía a las claras que los manizaleños somos malos bailando salsa y que los abrazos simples del saludo, entre profano y fraternal, forman parte de un protoritual, un ritual externo, sin corazón, que nos hace creer que somos hermanos. Tal vez a ese ritual le estaban haciendo falta dos abrazos. Y empecé a percibir diferencias en nuestras costumbres. Hasta aprendí que existe una diferencia sutil en el modo de hablar entre un manizaleño y un pereirano, que no alcanzan a captar los del Valle. Esa diferencia a ratos me hace sentir como distinto.

El Templo Social

Entonces decidí romper la barrera y, ya hecho Maestro, pedí permiso para reunirme en Logia con hermanos de otras ciudades. Así nació la Logia de Perfección Dagoberto Gutiérrez Suarez # 2, en la que aprendimos que en masonería, a pesar de las distancias y las sutiles diferencias en el modo de hablar, realmente podemos ser hermanos. Había salido del ámbito de mi Logia, y había extendido mi trabajo masónico al viejo Caldas y el norte del Valle. Ya estaba recibiendo de mis hermanos un doble abrazo, y entendí que en nuestro simbolismo yacen ocultas las ruinas de un templo social. Y empecé a soñar con una nación fraterna y democrática en el territorio colombiano.

Y este año empezamos a reunirnos, en un trabajo algo clandestino, con miembros de la Logia de Perfección de Cali que nos trajeron pan calentano y unas bolitas de manjarblanco que me hicieron sentir que mi sueño puede volverse realidad, y le encontré sentido al triple abrazo fraternal que decimos brindarle al hermano en el protocolo de nuestras comunicaciones escritas.

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Democracia Utópica

La democracia polariza

Dicen los más optimistas que democracia es un sistema de gobierno en el que los pueblos pueden gobernarse ellos mismos. Otros, al parecer pesimistas, dicen que la democracia no existe, que es sólo un antifaz que tapa la cara de los que nos manipulan. Todos discuten. Los de izquierda piensan que en el corazón de un gobernante de derecha no puede caber la democracia y, los de derecha, están obsesionados con la idea de recordarle a la masa indecisa los pecados contra la democracia que han cometido los gobernantes de izquierda. Hasta ahí llega la profundidad del discurso político en Colombia. Nadie entiende que la democracia implica polarización. Y tras la discusión todos quedan con la misma frustración porque en últimas no se sabe qué es democracia y nunca va a haber un candidato considerado demócrata al mismo tiempo por la derecha y por la izquierda.

Y nos pasamos la vida esperando un mesías que nos gobierne sabiamente y que nos dirija a un paraíso de bienestar y progreso que sólo existe en los sueños ilusos de los electores y en las palabras vacías de los candidatos. Vivimos en un sueño que nunca se cumple y que sólo sirve para que los avivatos nos sigan metiendo la mano en el bolsillo.

Una utopía llamada democracia

Tal vez la causa de todo esto sea que no estemos dando correctamente los pasos que puedan conducirnos por camino seguro hacia ese ideal llamado democracia. Tal vez la democracia no sea asunto de los gobernantes sino de los gobernados. Tal vez no sea posible que exista un gobernante demócrata por el simple hecho de que todos tenemos intereses personales. Tal vez el problema de las democracias esté en los pueblos mismos. Si un pueblo no es capaz de gobernarse, el que trate de gobernarlo posando de demócrata será visto como un pendejo. Y para que un pueblo pueda llegar a gobernarse necesita tener claros sus fines. Por eso la democracia es utopía. Por definición, la democracia sólo es posible si un pueblo elige, controla y, en casos extremos, depone a sus gobernantes. Cuando un pueblo elija, cuando un pueblo controle y cuando un pueblo sea capaz de destituir a sus gobernantes, podrá soportar presidentes y congresistas totalitarios de derecha o de izquierda y entonces se podrá decir que es una nación democrática. Y seguirá siéndolo en el tiempo, siempre en pos de sus propios fines, independientemente de las ideologías de sus gobernantes. Sólo cuando el pueblo sea demócrata podremos hablar de esa utopía llamada democracia.

Redes de locura

Hoy tenemos herramientas que pueden ayudarnos a participar de manera más directa en el gobierno. La tecnología se inventó el Twitter, el Facebook, el Instagram y otras redes que pueden ayudar a elevar candidatos y derrocar gobiernos. Pero no sabemos utilizar esas redes ni sabemos para qué pueden servir. No lo sabemos, porque son vertiginosamente nuevas. Las usamos sólo para desahogar nuestros odios y nos tragamos todo lo que en ellas se publica. A nadie se le ocurre que puedan servir para consolidar y socializar fines. El mundo ficticio que se gesta en esas redes de locura se va metiendo en nuestro mundo y va distorsionando nuestra realidad. Mientras tanto los que gobiernan, a través de las mismas redes, de la prensa oficial y de la propaganda pagada, nos llenan de mentiras el carriel.

Elegir, controlar, deponer

Elegir, controlar y deponer. O reelegir, si el gobernante resulta bueno. El problema de la sociedad colombiana radica en que creemos que con elegir es suficiente. Si el futuro es de todos, la política y el gobierno son de todos. Ya es hora de que empecemos a cambiar nuestras costumbres. Ya es hora de que aprendamos a conservar al buen gobernante y a derrocar al corrupto o al inútil que llegue a gobernarnos. Y eso lo tenemos que hacer entre todos. Después de elegir sigue controlar. Si no lo hacemos, siempre nos va gobernar la corrupción. Ya es hora de que facebook, whatsapp y twitter cobren el papel de interconectar el mundo. Por nuevas y caóticas que parezcan esas redes, nos corresponde a nosotros el papel de aprender a manejarlas. Nadie nos lo va a enseñar. Cambiemos nuestras costumbres y controlemos a quienes elegimos. Y después del voto, aprendamos a ejercer el veto. Si no lo hacemos, seguirá siendo mentira la democracia.

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Fines de la Logia

La Decana, Benemérita y Respetable Logia Nieves del Ruiz # 14 está conformada por profesionales, académicos, hombres de empresa y pensionados cuyas edades fluctúan entre los 25 y los 82 años. Esta variedad de generaciones ofrece un escenario favorable para una reflexión que le ayuda a cada individuo a construir valores desde diferentes enfoques filosóficos.

 

Algunos ingresaron a la logia después de haber estudiado a profundidad los métodos y los fines que persigue la Orden; esos conocen a profundidad los procedimientos que hacen posible la Institución. Otros entraron por simple curiosidad; con el tiempo, esos fueron aprendiendo a separar lo sutil de lo denso y finalmente entendieron que la palabra “valor” significa conceptos muy diferentes de los que significa la palabra “precio”. Finalmente, otros han entrado detrás de ventajas personales de diferentes tipos; esos, en poco tiempo abandonaron el trabajo y volvieron a una rutina sin ideales.

 

De esta forma podemos afirmar que el trabajo de la Decana, Benemérita y Respetable Logia Nieves del Ruiz # 14 se dedica a crear valores a partir de los ideales de cada uno de sus miembros.