¿Qué es un iniciado?
Iniciado. Una característica que, con sólo mencionarla, sitúa a quien la posee en un mundo fuera de lo común. Para la mayoría de las personas un iniciado es alguien que posee un conocimiento superior, vedado a las mentes comunes y corrientes. Por eso dicen que “iniciados” fueron Sócrates, Platón, Aristóteles, Trismegisto, Ptolomeo, Avicena, Paracelso, Ramón Lull, el misterioso Cagliostro y hasta el mismo Jesucristo. Y como las ceremonias de la Masonería se llaman “iniciaciones”, las gentes ingenuas (incluídos muchos “iniciados”) creen que en ellas se imparte, mediante la imposición de una mano (o una espada, lo mismo da), un conocimiento sobrenatural reservado solamente a quienes se atreven a cruzar el umbral de la Logia.
Pero en Masonería la cosa es diferente. La iniciación Masónica no es más que el inicio de un camino, de un trabajo, de una experiencia que a la postre nos ayuda a alcanzar nuestros propios ideales. No hay magia, no hay intervenciones de otros mundos, no hay extraterrestres. En la Masonería no se invocan espíritus, ni ángeles ni dioses. En la Masonería se pule piedra, y por piedra se entiende la personalidad de cada “iniciado”.
Una iniciación espuria
Muchos cuando se inician, en lugar de observarse ellos mismos, empiezan a observar el trabajo de los demás. Y como en los talleres se expone ante los demás la personalidad en su realidad más cruda, a esa observación le sigue el juicio y tras el juicio del hermano viene el cese en el trabajo personal. Y, finalmente, se convierten en desertores. Y cuando eso ocurre, las columnas del Templo se estremecen y el trabajo en el taller adquiere un sabor a lágrima. En esos casos el inicio fue inútil, la ceremonia no sirvió para nada. Podría decirse que fue una iniciación espuria. Pero así es la vida, y parte del trabajo consiste en aceptar que la tristeza también es parte de la realidad. Por eso siempre el trabajo continúa.
El objetivo masónico es el cambio
Es cierto que después de la iniciación masónica la mente sufre un cambio. Y a los pocos meses la gente empieza a notarlo, y muchas veces hasta nos lo comentan. Pero el cambio no lo da la ceremonia. La ceremonia no es más que el comienzo, el punto de partida de ese cambio.
Un buen ejemplo de lo que ocurre en una iniciación masónica lo esbozó hace más de dos milenios el filósofo griego Platón, en el libro séptimo de su diálogo “La República”. Dicho pasaje debería ser leído por todo aquel que aspire a ser aceptado en una Logia. El cambio que se produce después de la iniciación lo produce el trabajo que ha empezado a hacer en soledad el iniciado.
¿Por qué en Masonería hay grados?
Otra cosa que debe saberse es que en masonería el trabajo no termina nunca. El cambio en masonería es gradual, por eso existen grados. Es cierto que existen formas más rápidas que la vida utiliza para hacernos cambiar. La muerte de un hijo, la ruina financiera y la enfermedad muchas veces producen cambios drásticos en las personas. La ventaja de la masonería es que el cambio, por ser gradual, no es traumático. Y al no serlo nos facilita dirigir las fuerzas de nuestra propia naturaleza hacia nuestro ideal, cualquiera que este sea.
Y qué es un ideal?
Un ideal es una característica que cuando se posee le agrega valor a la vida. Si alguien considerara que la riqueza puede hacer la vida más valiosa, la riqueza sería un ideal; y si se lograra, el ideal se convertiría en un valor. Y lo mismo pasa con la salud, el conocimiento, la prudencia, la filantropía o la libertad de conciencia. Hasta el amor se convierte en valor cuando la vida es enriquecida por el amor de una persona amada.
Entonces, ¿qué es la Masonería?
Y eso es la masonería. Una escuela en la que cada cual aprende de su propia experiencia y de sus propios pensamientos. Una escuela que nos enseña a cambiar. Una escuela en la que aprendemos a dejar las cadenas en la caverna que hace más de dos milenios nos mostró Platón en el libro séptimo de “la República”.
Q:. H:. LAM
DEC:. BEN:. Y RESP:. LOG:. NIEVES DEL RUIZ # 14
Vall:. De Manizales.
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